jueves, 16 de agosto de 2012

La Gran Tecnología del Espiritu

Vamos de asombro en asombro. La técnica avanza maravillosamente y cada día nos sorprende con nuevos descubrimientos, con increíbles inventos y con máquinas que no sabemos si son de ciencia ficción o en verdad existen para uso del hombre.

Y a propósito de ello, vuelve a renacer el conflicto tremendo entre los valores del alma y los valores de la simple materia. La pugna lógica entre quienes desean ser completamente espirituales y quienes apoyándose en la ciencia, hacen del espíritu un fantasma pasado de moda.

Pues, ni tanto que queme al santo ni tanto que no lo alumbre. Alma y tecnología no se contradicen, sino que se complementan. Porque, ¿podemos imaginarnos a la tecnología nacida del azar, como producto simple de casualidades humanas...? Todo invento tiene su base en la inteligencia y esa inteligencia se apoya en un soplo vital que va más allá de un sistema nervioso o de un cerebro de kilo y medio de peso. Y a eso, le llaman espíritu, alma, psique, soplo divino en esta frágil materia humana.

El peligro dela tecnología es que nos quiera reducir a simples esclavos. Muchos científicos han declarado que el hombre debe ser creador y señor de lo que hace, nunca dependiente y sujeto a lo que inventó. Sería absurdo que en vez de alimentar y controlar las computadoras, fuéramos sus ciegos servidores, sin reflexionar hasta dónde la máquina va a cometer errores provocados por nosotros mismos.

Esta bien que lleguemos a la Luna. Que enviemos como raza humana satélites exploradores hacia el cosmos exteriores. Pero junto a ese despliegue técnico, se impone la otra cara de la moneda: ¿Hay otra tecnología que nos explore la propia Tierra, el propio espacio en que pensamos, sentimos y padecemos nuestra condición humana...?

¿En dónde están los satélites para trasmitir las posibilidades de la verdad...?  ¿Las computadoras para enriquecer la nobleza, ahondar la caridad, extirpar el odio y promover la organización de la alegría, ya se construyeron...?

Triste y desoladora sería la respuesta. La tecnología aún no se ocupa de explorar las posibilidades del psiquismo humano. Y no como curiosidad simple, sino como necesidad urgente... ¿Qué acaso no necesitamos de mayor claridad en el pensamiento y de mayor precisión en el amor...? ¡Ay del mundo que se pierde en los laberintos de la química y la física y olvida el horizonte de lo humano...! Preciso es reflexionar en ello.