lunes, 17 de septiembre de 2012

La Admiración Gratuita... esos "fans"


En este mundo actual, notamos que hay artistas, actores, deportistas, escritores que desarrollan a su alrededor una fuerza de simpatía que se convierte en admiración ciega por pare de miles de personas. Estos son llamados "Fans", fanáticos, seguidores incondicionales de la estrella que tanto los emociona.

En la televisión, en el teatro, en los conciertos, notamos cuando estos fanáticos hechan a andar su fiebre de admiración con gritos, aplausos, silbidos, patadas y demás accesorios del entusiasmo.

¿Es esto síntoma de una enfermedad? ¿Es acaso una deformación de nuestros tiempos modernos? ¿Significa el grupo de fanáticos un cáncer psicológico sobre las buenas costumbres? ¿Esas niñas y muchachos histéricos serán acaso el basurero de la sociedad, basurero lleno de fantasías inútiles?

¡Cuidado! Cuidado con las afirmaciones apresuradas. Es no sólo injusto sino apresurado lanzar una invectiva o una maldición sobre ese grupo amorfo e inevitable de los fanáticos. ¿No podrán ser esos muchachos, esas señoras y esos señores gentes como usted y yo, pero con una fe extraordinaria en algo que los emociona? El hecho de que desarrollen su actividad alrededor de un ídolo, no les quita mérito. Nosotros, las personas "serias y respetables", también nos agrupamos alrededor de nuestros ídolos religiosos, científicos o políticos y aplaudimos discretamente aunque por dentro estemos a punto de estallar en alaridos, lágrimas, silbidos y hasta patadas de emoción. Lo único que nos detiene son unas cadenas invisibles: Las cadenas de las "buenas costumbres".

¿Que preferiríamos? ¿Que los fanáticos en vez de aplaudir a un cantante se dedicaran a cultivar el ocio en forma negativa? ¿O acaso desearíamos que esas muchachas y muchachos desahogaran su energía juvenil arando el campo, pintando paredes o acarreando ladrillos ¡Qué inocencia la nuestra si pensamos así!

Desde los tiempos primitivos la admiración exagerada se muestra alrededor de un totem, de algo mágico, de algo sobrenatural. Un cantante, un bailarín, un Conferencista, un político, cuando lo son de corazón y en gran escala, despiertan a su alrededor fanáticos irremediables.

Soportemos este fanatismo inocente que lo peor que puede causar es griterío o escándalo momentáneo, unas cuantas sillas rotas o unos arañazos al ídolo del momento. Cuidémonos de los otros fanáticos, de los que llevan el odio como ídolo interno, la sangre como ideal y la venganza como griterío milenario.

¡Y de esos fanáticos, líbranos Señor!