La Sabiduría

Hay una gran diferencia entre ser instruído y ser sabio.

La instrucción nos la da la escuela, la universidad. La sabiduría nos la da la edad, nos la da la vida. Podremos tener hasta tres o cuatro títulos de Universidad y podremos no ser sabios. Y también podremos no haber ido a la escuela y haber obtenido una gran sabiduría.

La instrucción correpsonde a la ciencia. La sabiduría corresponde a la conciencia. El instruído puede ser a veces un malvado. El sabio, por más ignorante que sea, nunca será cruel o injusto. Porque la ciencia inyecta al hombre una aparente seguridad por el conocimiento, mientras la sabiduría le da claridad y serenidad por la conciencia.

Un sabio es quien dice cosas grandes con palabras pequeñas. Un necio es quien dice cosas pequeñas con palabras grandes. Los instruídos necesitan ser sabios para ser mejores. Los sabios no necesitan ser instruídos. Les basta haber tomado conciencia de los etenos valores: El amor, la justicia, la verdad, la paz, la belleza...

¡Cuántos teólogos han deseado ser santos...! Y muy pocos santos han ambicionado dominar la teología... Porque una cosa es amar a Dios y otra esdiarlo con estas pinzas frágiles de la razón humana. El amor es la posesión instantánea, la ciencia es la pretensión inacabable.

Entre saber y creer hay un abismo que pocoscruzan tranquilos: La humildad.

Porque la instrucción exagerada, sin el descubrimiento de los valores, engendra la soberbia. Y quienes presumen de saber, ya empiezan a equivocarse.

Procuremos instruirnos lo suficiente, buscando la sabiduría. Que la ciencia sea nuestra escalinata en la vida, no nuestra trampa mortal. SABER para CREER y CREER para SABER. En esta balanza está el secreto de quien se hace sabio, encontrándose a sí mismo, para hallar lo eterno.


La Soledad
La soledad es la virtud de los fuertes. Los grandes que en el mundo han sido, han estado solos en los momentos definitivos de su existencia. Buda, Sócrates, Confucio, Zaratustra, como ejemplo del pensamiento universal que son, vivieron acosados por la soledad más terrible. Buda era un príncipe heredero, poderoso y riquísimo. Un amanecer, saltó del lecho, dejó ahí a su mujer y a sus hijos, renunció a toda vanidad  y sólo, encontró la paz de su alma.

Sócrates vivió enmedio de mucha gente, pero siempre solo. Su mujer, Xantipa, le reclamabasiempre su amor por la filosofía y no por los bienes materiales. Al morir, pidió tomar el veneno de la cicuta y quedarse solo... Y así todos los demás. Parece ser que desde hace miles de años, la soledad es la madre de los genios, de los santos, de los decididos a encontrarse a sí mismos.

Yo conozco gente que ha hecho de su soledad un pozo de amargura. Quiero que me escuchen. Su soledad es manantial de fuerza y luz, no de amargura. Estar solo no quiere decir estar abandonado. No, estar solo quiere decir estar preparado para hablar consigo mismo y con Dios. No se puede vivir en frivolidad y ser fuerte. No se puede disfrutar en manada y ser auténtico. No puede uno ahogarse en multitud y ser diferente.

Si se quiere merecer amor, hay que estar solo. Si se anhela un hallazgo interior, hay que estar solo. Si se quiere trascender a algo, hay que pagar el precio de la soledad. Es la soledad del Rey Davida, la de Miguel Angel, la de Milton, el poeta ciego. La soledad de Beethoven, de Bolivar, de Gabriela Mistral, de Antoine de Saint Exupery... Es nuestra soledad, la que nos corresponde la que se nos da como oportunidad de perfección inmediata.

Estar solo no es estar triste. Estar solo es haber encontrado la alegría lejos de los demás. Tú, mujer. El, hombre. Todos estamos solos. En un momento del día, nos asalta esta vivencia. ¿Le hemos hallado valor...?

Cristo, en la cruz, estuvo solo frente a la eternidad.